“Los pueblos sin carácter, no pueden ser demócratas.” Francisco Bulnes

Apreciado lector, uno de los grandes problemas de nuestro México es la polarización, que desde mi óptica ha sido provocada por la desigualdad y la pobreza, que entendemos por igualdad; el trato idéntico para todas las personas, independientemente de su edad, sexo, genero, raza, etnia, lengua, discapacidad, preferencia sexual, religiosa, política o nacionalidad. Donde según los Derechos Humanos y la ONU, es el estado quien debe garantizar la equidad, dar a cada persona lo que merece sin detrimento de sus derechos universales.  

Hablar de polarización en nuestro país es un término que le encanta a un gran sector político y empresarial, ya que se han servido de esta condición para fomentar su riqueza, a costa del patrimonio de la nación y que ha venido desde hace años formulando las políticas públicas del país en beneficio de unos cuantos, además de la gran injerencia de Estados Unidos, quienes han prácticamente dictado la constitución, leyes, códigos y reglamentos a placer y en beneficio de esta clase dominante, ahora que se trata de hacer un cambio a la democracia participativa, esta clase social se dice afectada, lastimada y ofendida, nunca en la historia del país había habido alguien que polarizará tanto como el populista régimen de Andrés Manuel López Obrador, reiteran una y otra vez. Nada más alejado de la realidad.

Ha sido esta casta privilegiada al amparo del poder, quienes han sido capaces de todo por conservar el statu quo que han logrado y han volcado la narrativa política contra una corriente que no les favorece, allí pues los grupos de poder instalados en partidos políticos, televisoras, radio, prensa, farmacéuticas, papeleras, editoriales, han pagado billonarias cantidades los últimos 100 años, aprovechando la ignorancia de las personas a  quienes han vendido esta narrativa, para descredito de este régimen, basta con dar una ojeada por cualquier periódico, revista, programa de radio o de televisión, para notar una campaña sistemática en contra de este gobierno, la mayoría basada en infundios y calumnias, diría Carlos Alasraki  “…difamar, que esto no se gana con publicidad, sino con propaganda. Difama y calumnia, que algo queda…”

Basta con ver nuestra incipiente historia democrática, hasta 1988 donde rompen con la hegemonía del partido estado y muestra los primeros visos de querer ingresar a un régimen democrático, la ideología del viejo PRI los tecnócratas (neoliberales) que se quedan con el PRI, y los nacionalistas que deciden romper, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Andrés Manuel López Obrador. Es hasta 1997 cuando se nombra un Instituto Federal Electoral “Autónomo”, responsabilidad anterior de la Secretaría de Gobernación. El primer gobernador de un partido alterno al PRI fue hasta 1989, Ernesto Ruffo Apel (PAN) con la famosa concertación.

La construcción de instituciones para dar certidumbre a la democracia ha costado, pero más costará si dejamos pasar a este nuevo régimen, donde los grupos partidistas que se reparten como botín los órganos del estado y juegan con las autonomías de; los órganos de transparencia, electorales, fiscalizadores, contralorías, hasta notarios, pretenden hacerse nuevamente de este poder. Debemos como sociedad estar conscientes de que las instituciones sirven para dar certidumbre y beneficiar a todos los ciudadanos, no solo a grandes empresarios, lideres políticos, sindicales y dueños de partidos.

La transparencia y la democracia deben beneficiar tanto al campesino, al obrero, al chofer, como al más encumbrado de los empresarios, líder político o religioso. Debemos saber que el estado es propiedad del pueblo, es quien regula la vida política y jurídica del país, es garante de que haya democracia, leyes y contrapesos justos para que el ciudadano común sea beneficiario de normas públicas, que faciliten trabajos mejor remunerados, localidades mejor comunicadas y dignas, acceso a los servicios básicos, acceso a la educación laica y gratuita, sistemas de salud dignos, seguridad y certidumbre jurídica. 

Como sociedad tenemos el compromiso moral y ético de pedir cuentas a nuestras autoridades, pero también de informarnos, de capacitarnos, de leer y ser más críticos, aunque nos parezca engorroso, debemos revisar la actuación de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, en todos los órdenes de gobierno, municipal, estatal y federal. Conocer a nuestros representantes inmediatos, conocer nuestras leyes, nuestros derechos y nuestras obligaciones como ciudadanos, ya basta de recriminar a una sola persona como el artífice de todos nuestros males o todos nuestros beneficios, somos responsables de los gobiernos que nos representan y de conocer lo que se propone. Este 2 de junio, será un ejercicio inédito en la vida democrática de nuestro país acudamos con entusiasmo a ejercer nuestro voto que es un derecho y una obligación ciudadana.