Me regresé al primer debate para confirmar si había yo captado bien algo que dejé pendiente. Y, en efecto, había yo atendido perfectamente la postura de Rocío Nahle al responder a un tema importante. Preguntó la moderadora a los candidatos: ¿Qué medidas implementará su gobierno para fortalecer la transparencia y rendición de cuentas en las instituciones gubernamentales para el beneficio de la democracia? 

¡Transparencia y rendición de cuentas!… la zacatecana no respondió. 

Ante esa pregunta directa, clara, inconfundible, habló de crear infraestructura física, de un festival turístico, de uso del gasto, de perspectiva de género… nada qué ver con uno de los temas más importantes como componente de la democracia, ya que ésta no sólo se relaciona con emitir el voto y que éste sea respetado, sino que exista la obligación de informar, de ser transparentes en las acciones y los gastos, de demostrar honradez al llegar a gobernar.

¿Por qué evadió la señora Nahle la transparencia y rendición de cuentas? Quizá porque no deseó comprometerse para que no se lo reclamen si llega a la gubernatura; o probablemente porque considera que ser transparente es algo que estorba en el manejo patrimonialista de los recursos públicos; o bien porque consideró que si asumía una postura en defensa de la transparencia, iba a dar pie para que le recordaran las millonarias propiedades  que ha hecho con el dinero fiscal (lo último que le ha salido es un yate nuevo de paquete, y viene algo sobre una empresa que ingresó, en una semana, 200 millones de litros de combustible al país). 

En imagen, Pepe Yunes se vio mejor esta vez, más fresco que en el primer debate, donde se le veía cansado. En contenido, articulado como es, con su estilo reposado, siguió mostrando que conoce perfectamente la función de gobierno, los temas fundamentales y las eventuales soluciones. De los tres, es el candidato más confiable. 

Hipólito Deschamps fue creativo, puso sobre la mesa algunas propuestas innovadoras, aunque suenan, esas sí, cómo promesas típicas de campaña, que son ofrecimientos sin ton ni son, sospechosos de cumplir, como eso de crear un banco. Su misión queda clara, para favorecer a Morena, atacar a la coalición Fuerza y Corazón por México.

Criticó, por ejemplo, la presencia de varios Yunes en las candidaturas, pero olvidó citar que su partido, Movimiento Ciudadano, lleva al líder Dante Delgado como suplente en una lista plurinominal, y el hijo de Dante Delgado (del que no se conoce trayectoria política previa), llega de pronto como candidato a senador, por encima de líderes auténticos, como José Manuel del Río Virgen. 

Aparte de los hechos propios de Deschamps cuando fue alcalde de Medellín, donde he leído muchas opiniones negativas, tener atrás a Dante Delgado es una descalificación por sí misma. 

Y Nahle, la inefable zacatecana, volvió a mostrar su desprecio, su malhumor y su angustia. Se hizo viral en el primer debate que le negó la civilidad de un saludo a José Yunes. Ahora repitió la zafiedad negándose a posar para la foto de los tres candidatos. 

En realidad, lo que Nahle está exhibiendo es su escaso nivel como política. Igual que muchos actuales servidores públicos de Morena, que llegaron al poder de manera rápida y fortuita gracias al fenómeno AMLO, ella se conduce con bisoñez, se encanija, exhibe una prepotencia subyacente, carece de maneras para enfrentar la crisis en que ha caído su campaña gracias a su propia corrupción, y es un peligro real que pudiera llegar al poder con tal nivel de desequilibrio, porque apunta al rencor, la venganza y la represión. 

Véase la rufiandad de su marido cuando fue cuestionado por el periodista Fidel Pérez Sánchez sobre el tema de las propiedades, y se tendrá una inferencia sobre lo que, para ese pelafustán, es respeto. Y será el que aconsejaría a la (improbable) gobernadora. 

Por si fuera poco, en el primero y en el segundo debates, la zacatecana se dedicó a leer. No domina las temáticas de la administración pública. 

Y, por cierto, Morena insiste en que los veracruzanos seamos gobernados o representados por ciudadanos de otras partes del país. Claudia Tello Espinosa nació en el Distrito Federal. Así lo indica su CURP, TEEC641016MDFLSL05, donde M significa mujer; y DF su lugar de nacimiento.