La dirigencia china decidió ejercer un control político más estricto sobre sus internautas, como si temiera perder su poder ante los millones de blogueros cada vez más críticos que han conquistado ese espacio de libertad, opinó hoy Le Monde.

En su editorial “China pone bajo control a sus internautas”, el periódico francés criticó el nuevo reglamento anunciado esta semana por las autoridades chinas, con el cual parecen querer “intimidar” a los cibernautas con penas de cárcel si difunden “información falsa”.

El diario calificó el asunto como “el Partido contra la Web”, pues las autoridades chinas parecen comprometidas a “amordazar” internet, ya que comenzó una campaña de intimidación este verano con una ola de arrestos de algunos protagonistas de los microblogs locales.

Juzgó que los viejos métodos de confesión pública están de nuevo en curso y refirió que la semana pasada la televisión presentó al comentarista político pro web, Charles Xue, -en uniforme de prisión- confesando haber mantenido su blog en una atmósfera ilegal e inmoral.

El objetivo de presentar a Xue en televisión “era obvio: intimidar a otros blogueros chinos”, puntualizó Le Monde al subrayar que el microblog de este comentarista tiene un público de más de 10 millones de personas.

Esta semana, el gobierno anunció un nuevo reglamento que castiga con tres años de cárcel contra cualquiera que se sospeche esté difundiendo información falsa o rumores sobre un blog y que ésto haya sido visto más de cinco mil veces o retweeteado en más de 500 ocasiones.

“Todo sucede como si el Partido Comunista de China, temiera perder la batalla por el control de la opinión en internet”, al que considera como “un instrumento de subversión, manipulado por fuerzas occidentales hostiles a la dirección china”, sostuvo.

Curiosamente, las autoridades chinas continúan de manera paralela con una campaña nacional contra la corrupción y precisamente son los blogueros quienes proporcionan información sobre los altos funcionarios del partido implicados, señaló.

Aquellos que esperaban una apertura política del nuevo presidente, Xi Jinping, y su primer ministro Li Keqianq, quedaron decepcionados, apuntó Le Monde.

La dirigencia china es descrita como más “crispada que la anterior y más preocupada por mantener el poder”, concluyó.