20 de Mayo de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Viernes 03 de Mayo de 2024 | 9:50 a.m.
Irineo Domínguez Méndez
Irineo Domínguez Méndez
¡Vivan los trabajadores! ¡Los trabajadores!

Sí, ¡vivan los trabajadores honestos, leales y dispuestos a procurarse una vida digna!  Sea una pensión suficiente la corona que ciña sus cabezas al jubilarse. Igualmente, en el sector privado, merecen reconocimiento los sindicatos que velan por los derechos laborales de sus agremiados. Difícil resulta expresarse de igual forma en tratándose del burocratismo. Mucho más cuando se trata de uno tan obeso como el padecido en el País. 

Se ha celebrado un aniversario más del Día del Trabajo. En nuestro México inició en 1913 y de manera oficial hasta 1925. El movimiento obrero mundial, iniciado con la Revolución Industrial, se entiende en razón de la violencia sufrida por trabajadores estadounidenses en 1886. En la manifestación de Haymarket estalló una bomba provocando la muerte muchos trabajadores; a lo que se añadió la condena a muerte de varios líderes sindicalistas; quienes fueron calificados, desde entonces como: “Los Mártires de Chicago”.  El Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional declaró el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en 1889. En nuestro País los derechos laborales quedan instituidos en la Constitución de 1917. 

El movimiento obrero parece olvidado; da la impresión de estar adormilado y/o conforme con los derechos reconocidos hasta hoy. Solo contados movimientos sobresalen al manifestar inconformidades; principalmente, el del sector magisterial. De los años 70s recuerdo la canción modificada que cantaban los maestros manifestantes: “Vamos al baile, hoy es el día, vamos a darle en la madre a la burguesía”.

Otro recuerdo lo representa el desfile que cada año el gobierno promovía. El burocratismo se fue apoderando de la celebración, por iniciativa gubernamental. Pero, pero nada es gratis; los aplausos y uno que otro reclamo eran y son pagados con canonjías. Los burócratas disfrutan de un día de descanso extra al acudir a desfilar y quien no asista es “amenazado” con perder la chamba; los líderes compartían y comparten suculentas comidas en salones “VIP todo pagado”.  Así ha continuado la celebración; la que, también, es aprovechada por líderes políticos para obtener “la nota” (escribí separado), manifestar todo tipo de inconformidades, sean políticas o de justicia en general.

Desde siempre, la unión burócratas-gobierno-partido oficial ha sido denunciada por los fines que persiguen. El corporativismo es premiado de diferentes formas a cambio de servir como una de las bases que den firmeza al status quo alcanzado por un partido.

Aldo Muñoz Armenta escribió en el 2004 que “el sistema de partidos y el sistema electoral se destacan por la relación corporativa entre sindicatos, PRI y gobierno. (…). el sistema electoral fue un soporte fundamental para que el PRI asegurara la colaboración/subordinación de los dirigentes sindicales. Las leyes electorales le garantizaban la victoria y una sobrerrepresentación y, por tanto, los cargos de elección popular para la élite sindical”. 

Añade el articulista que el PRI y el gobierno ejercían la "coacción legal"; utilizaron a la Junta de Conciliación y Arbitraje para controlar dirigentes de organizaciones laborales. La intimidación incluyó aceptar o no el registro de sindicatos o agrupación de sindicatos; la validez de elección o destitución de un líder sindical y para decidir si una huelga era legal. (https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-06362006000100007). 

Concordamos con Muñoz Armenta que “el llamado voto duro es un indicador más fiel de la situación organizativa de los partidos”. Toca al gobierno en turno hacer uso de este recurso: el corporativismo sindical. 

He llegado a pensar que puede ser “una trama bien estructurada y falaz” las marchas y protestas realizadas por sindicatos burócratas, encaminadas a “legitimar aumentos salariales”. Las protestas son un medio engañoso que produce un escenario ficticio, encubridor de gobernantes que buscan resultados electorales favorables; tienen el propósito de hacen caer en una trampa a la población; pues, el gobierno informa que ceden a las presiones sindicales en virtud del perjuicio causado con las manifestaciones. En este falso escenario se aplica la Teoría del Conflicto: “partiendo de las necesidades e intereses de las partes, se soluciona el problema desde antes de las manifestaciones”.

Entonces, se concluye lo siguiente: la supuesta lucha de los burócratas por más prerrogativas en contra de los gobiernos es otro engaño: ¡es obvio que cualquier lucha sindical del burocratismo es contra el pueblo!  Cualquier canonjía concedida representa ¡una derrota del pueblo! Este es el que paga los salarios del burócrata. La animadversión de la población es deseada, provocada y causada intencionalmente por las protestas. El resultado esperado es que pida solución a las demandas, denunciando, equivocadamente, desatención del gobierno y falta de gobernanza. El gobierno, así, consigue su fin: tener como aliado al voto corporativo.

Mientras los burócratas elevan su nivel de vida, la del resto de los trabajadores, los del sector privado, disminuye.  Se nos presenta un mundo al revés: el burocratismo no crea riqueza, por lo tanto, tampoco plusvalía, sin embargo, tiene mejores salarios que los trabajadores del sector privado. 

Para solventar el gasto corriente del burocratismo se recurre a la “austeridad”, que puede causar deficientes servicios y menos obras; la peor medida es aumentar la recaudación, con ello, el jodido es el pueblo; pues, aumentar los impuestos y costos de servicios causa inflación en cadena. Al verse afectados, los empresarios aumentan el precio de sus productos.

La solución es una reingeniería administrativa que reduzca el número de burócratas. La tecnología facilita infinidad de tareas que antes requerían de numerosa mano de obra. Su uso permite no contratar más personal; por el contrario, sugiere la eliminación de plazas llegada la jubilación de quienes las poseen, es decir, sin sustitución. 

Otro sí digo. – Todas las encuestas lo confirman, hasta las no “cuchareadas”: la oficialista ganará.

irineodm@yahoo.com

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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