28 de Abril de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Miércoles 13 de Junio de 2018 | 12:09 p.m.
Lenin Torres Antonio
Lenin Torres Antonio
Crónicas urgentes
La “orientación histórica perdida”

A propósito de los grandes peligros para México Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas de Gortari

Independencia, Reforma, y Revolución, los tres grandes movimientos sociales ocurridos en México, movimientos sociales que hicieron transitar a México de “forma violenta” de un estadio de cosas a otro totalmente diferente, la Independencia de una servidumbre a la península Ibérica a la autonomía y el intento de construcción de un Estado propiamente mexicano, la Reforma que establece la secularidad de las instituciones públicas y el gobierno, la separación entre el Estado y la Iglesia, y el fin de la dictadura de Santana, y la Revolución, un movimiento violento que pone fin a la dictadura de Porfirio Díaz, e inicia la instauración del Sistema Democrático con el prejuicio (miedo) de la “no reelección”, y el establecimiento de “la dictadura perfecta” priista, y el Sistema de Partidos con la supremacía de un solo Partido.

A finales del pasado siglo se comprobó que la “dictadura perfecta” no la era, y fue  interrumpida por dos intentos de transición democrática que fracasaron estruendosamente, y dejaron una frustración en el inconsciente colectivo por toda las expectativas que generaron, dando pie de nuevo a la emergencia de un regreso al PRI al gobierno federal, aunque hay que decirlo, esa Transición Democrática que no se consolidó, dio paso a un escenario político más diverso y competitivo, donde las fuerzas políticas tuvieron que reacomodarse, y establecer nuevas reglas de juego electoral y políticas, tratando de fortalecer la democracia, y legitimar el poder público.

Paradójicamente, la quiebra del sistema dominante y de la dictadura priistas, tiene que ver con una lucha interna entre grupos de poder dentro del PRI, viene bien recordar la Corriente Democrática que encabezaron Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Janitzio Mújica, entre otros, de forma inadvertida, se encontraba ahí Andrés Manuel López Obrador, quién posteriormente se incorporó al Frente Democrático Nacional, germen tiempos después del Partido de la Revolución Democrática; a confesión expresa de Porfirio Muñoz Ledo, esa Corriente Democrática “tan sólo queríamos competir dentro del PRI”[1], nada de esa aureolas liberales de reivindicaciones sociales y lucha contra la injusticia y los pobres, sólo “querían competir” dentro del PRI por “los espacios de poder”, aunque de forma indirecta incidieron en nuevas aperturas democráticas en el país, y el inicio de un incipiente sistema democrático donde nuevas expresiones políticas aparecieron y ocuparon espacios de representación ciudadana, pero como bien dice, Porfirio Muñoz Ledo, “fue una contradicción histórica, la dialéctica de la historia: ganamos el pluralismo político, perdimos la orientación histórica del país”.

Los innegables beneficios que hicieron al sistema democrático y a la pluralidad política no se reflejó en la traída “justicia social”, algunos politólogos defienden, que cuando menos, Muños Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas luchaban por la democracia liberal y la justicia social, y excluyen a Andrés Manuel López Obrador dado su pragmatismos y habilidades coyunturales. La confesión de Muños Ledo es lapidaria, no deja espacio para pensar que realmente la escisión que representaron dentro del PRI obedecían a profundas convicciones ideológicas, y no a que simplemente “querían competir dentro del PRI”, es decir, luchaban por espacios de poder al enfrentarse con la nueva corriente de tecnócratas que poco a poco fueron arribando al PRI y asumiendo el Control, y apostando más por la inercia mecánica que por la ideología, de un Partido especializado en mantener el control del poder, y sostenerlo con instrumentos de enajenación grupal, pirámides de complicidades, y retórica perniciosas, ejemplo de esto último, un clásico de la retórica priista, la frase del expresidente de México José López Portillo: “defenderé el peso como un perro”.

El proceso de descomposición del PRI, y su futuro incierto como interlocutor válido de la sociedad mexicana, pasó inadvertido por la maquinaria perfecta de complicidades, que no permitieron darse cuenta cómo se cernía una sustitución aun peor, el advenimiento de una clase de políticos “sin oficio político”, cuando menos esa vieja casta priista entendía y practicaba un equilibrio entre sus intereses privados y los públicos, estos hordas juveniles voraces e inexpertas para la gobernanza, aupados por una grupo de priistas que quisieron perpetuarse en el poder, y pensaron que jubilando o cuando menos quitándoles protagonismo a esa “vieja clase” priista, lo podrían conseguir, fue así como vimos durante el presente sexenio priista, durante la presidencia que transcurre de Peña Nieto, el arribo del “relevo generacional” que para desgracia del PRI, han terminado sus miembros con graves problemas judiciales por corrupción.

Veracruz no quedó exento de ese relevo mortal, y vimos cómo una horda de jóvenes improvisados y mal preparados arribaban a responsabilidades públicas, desde la gubernatura del Estado, presidencias municipales, diputaciones federales y locales, y funcionarios gubernamentales. Simple espectadores la vieja clase política que hoy se pretende erigir en “corriente crítica trasnochada” del PRI, entre esos, aunque es aun joven, el que hoy se proclama candidato a la gubernatura del Estado, se limitaron a seguir el juego perverso fidelista, principal precursor de ese mortal “relevo generacional”.

El problema en Veracruz no es que el PRI se haya desfigurado y poco a poco dejara de ser un interlocutor válido de la sociedad veracruzana, sino que este apocalíptico “relevo generacional priista” trajo ingobernabilidad, crisis económica, y la perdida de certeza de futuro de nuestros jóvenes.

El origen es el mismo, EL PRI, Andrés Manuel López Obrador representa ese legado, de la práctica política como simple lucha por el poder, el origen vulgar hoy los mexicanos no lo quieren recordar, y algunos muy jóvenes ni lo saben. La escisión priista en la que participó AMLO fue simple y llanamente por “querer participar” en la lucha por el poder, y como no los dejaron, formaron su corriente política y su partido político, antes PRD, hoy MORENA, la renuncia al PRD de AMLO muchos lo ubican como una traición y un afán protagónico, y como todo buen líder de imponer su visión de la realidad, y al ver una oposición férrea, lo que hizo fue abandonar el PRD y formar su propio partido, hoy MORENA, donde el único que manda y dicta la visión de la realidad es él. No hay Partido y sus Hombres, hay, Un Hombre y su partido. Sus acólitos (candidatos y aliados) venidos a zombis balbucean las pocas frases de sus líder-mesías, “corrupción”, “cuarta transformación social”, sin entender sus vocablos inconexos, sin entender el rol que juegan, son aventados como “el relevo generacional priista” a la rueca del poder, algunos como “las flamantes” diputadas locales jalapeñas que sin el menor esfuerzo llegan a la legislatura local de Xalapa y pasan su tiempo legislativo sin pena ni gloria, así como el actual candidato a la gubernatura del estado de Veracruz, Cuitláhuac García[2], que en su periodo como diputado federal, representación que los jalapeños ni se enteraron de su producción legislativa, pues su tiempos lo dedico hacer “grilla” y participar en “la cuarta transformación social de México”, antes fue el famoso “caso Juanito” en el Distrito Federal, un Frankenstein que se le escapó del control a AMLO. Esperemos que sus próximos Frankenstein los pueda controlar y educar.

Aunque muchos no lo ven así, la critica que hago al escenario político de México, a AMLO tiene que ver con mi preocupación de ver como la sociedad Mexicana y Veracruzana están saliendo de un silencio para caer en otro, están transitando de una mayoría dogmática a una mayoría mesiánica (fundamentalista), y que no se da cuenta que no podemos aspirar a que la realidad pública cambie sino no hay un involucramiento de toda la sociedad mexicana y la pluralidad de ideas y fuerzas políticas, que AMLO apuesta a la intolerancia y los suyos igual, de forma personal lo he vivido, al publicar mis textos nunca he recibido un contraargumento para el debate, sino insultos, diatribas, y amenazas, no hay un uso de la razón, es el dogma, el nuevo dogma de la nueva clase política. Si no queremos repetir la historia, la ciudadana tiene que pensar que la participación política no termina en el sufragio, y que la construcción del nuevo México no es cosa de los profesionales de la política, o de un mesías, o de un hombre. Exactamente por esa actitud de silencio, por no pensar es por lo que a ocurrido lo que ha ocurrido. Ese acto irresponsable de la sociedad mexicana y veracruzana se puede observar en el Voto en Cascada que promueven, y esto es una irresponsabilidad, y hay que decirlo, el voto se tiene que razonar, puesto que México necesita hoy más que nunca, un debate de altura, fortaleza democrática, y un vitalización de su Sistema de Partidos, no hay otro camino, la transformación de México es y será de TODOS no de un solo hombre, ni de un único Partido, y para ellos las diferencias no deben ser eliminadas sino incorporadas en los intereses nacionales.

Una transformación sin violencia necesita el acuerdo de todos los sectores de la sociedad, es una miopía y una retórica de Obrador decir que su movimiento por si solo podrá hacer la cuarta transformación social de México. Una Transformación Pacifica requiere el concurso y la sensatez de todos los sectores sociales: partidos políticos, jóvenes, mujeres, trabajadores, académicos, empresarios, campesinos, organizaciones civiles, religiosos, docentes, estudiantes, etc., etc. Recordemos la España Posfranquista, donde los españoles tuvieron que sentarse a la mesa del diálogo y acordar, antes que se impusiera la bota militar o el anarquismo populista, la idea de sociedad e instituciones que necesitaba España.     

Creo que no supieron hasta tiempo después, y ya era demasiado tarde, pues el reacomodo de las fuerzas políticas dentro del PRI, principalmente, el arribo al poder dentro del PRI de Carlos Salinas de Gortari permitió sepultar toda idea de un cambio histórico. La miopía y la estructura narcisista de Salinas imposibilitó el fin de la dictadura democrática posrevolucionaria, y la emergencia de un sistema político verdaderamente emancipador y democrático.

Las instituciones públicas y el poder continuaron en manos de la clase dominante, aunque el arribo de los tecnócratas al poder no les garantizó, como después lo podemos ver, una orientación política eficaz, estoy pensando que con la corriente democrática el PRI perdió su única identidad que era auténticamente de izquierda, y sobrevino un Partido sin rostro, con una pragmática política y una visión global perniciosa.

Incluso los dos intentos de transición democrática fueron eclipsados por ese mundo global, moderno, y la realidad con toda su crudeza, la caída del precio del petróleo, y la falta de una fuerte economía interna, dio al traste toda consolidación democrática, es decir, que si hubo una nueva orientación histórica pero fue hacia el espejismo del Mundo Global que desfiguró el rostro de la mexicanidad, y afectó el bienestar de los mexicanos, si hubiera tenido éxito el Mundo Global seguro no estarías hablando de transiciones democráticas ni cuartos movimientos sociales. Pero no fue así. Ese topar con la pared (las falsas expectativas del mundo global), la carencia de una fuerte identidad de la mexicanidad, una sociedad ajena a las responsabilidades de la Res Publica (Cosa Pública), y la irresponsable y avariciosa oligarquía que fue la única que se benefició de ese corto temporal de lluvias bondadosas, dieron como resultado la crisis social que vive actualmente México. 

En muchas ocasiones he estado insistiendo que México corre peligro de pasar de un silencio a otro silencio, de un vacío a otro vacío, de una dictadura de las mayorías a otra dictadura de las mayorías, de construir la historia desde la visión de un solo hombre a construir otra historia desde la visión de un solo hombre. Por eso he señalado que los dos grandes enemigos de la frustrada “orientación histórica” que alude Muñoz Ledo, hacia donde debió transitar México, han sido Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador, y no es una afirmación forzada y tendenciosa, no lo es, porque los dos han pretendido tener la única verdad, uno, con su mundo global tecnócrata, y el otro, con su provincianismo monotemática (la corrupción), cada uno de ellos ha sometido a “la democracia” a su personalismo, a su narcicismo, a su arrogancia, para los dos, el otro, el diferente no cuentan. Pasando desapercibidos ambos, que esa “orientación histórica perdida” pasa por fortalecer la democracia, la tolerancia a la pluralidad y la diferencia, y la actualización del sistema de partidos, pero más aún, pasa por tener bien claro la idea de mundo y sociedad que necesitamos construir todos los mexicanos.

La retardada transición democrática puede ralentizarse con la instauración de una “dictadura mesiánica”, montada en una mayoría dogmática que aceleré la obsolescencia del Sistema de Partidos y trastoque la incipiente democracia, y avizore tiempos impredecibles y más tenebrosos que los actuales.

Espero que algún día nos duelan nuestros muertos y la historia de México sea una donde honremos a nuestros muertos, aquellos quienes construyeron nuestro ser como mexicanos. Nuestra historia fue construida con dolor. Hagamos un esfuerzo por transitar por nuestras calles, por nuestras ciudades, por nuestras instituciones públicas, con respeto e identidad.

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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