06 de Mayo de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Martes 28 de Marzo de 2023 | 2:22 p.m.
José Antonio Reyes González
José Antonio Reyes González
El eterno riesgo bancario y la inadecuada gobernanza

El mundo ha sido sacudido en este mes de marzo de 2023, una vez más por los problemas de liquidez y de solvencia bancarios, especialmente en USA y en Europa. Problemas que se manifestaron con amplia magnitud en 2008-2009, por las llamadas hipotecas basura.
El evento actual se da en medio de una crisis sanitaria derivada del Covid19, particularmente por sus consecuencias económicas de producción y empleo adversas, así como por la ruptura de las cadenas de abasto en 2022. Todo ello agravado por los efectos negativos de energía y alimentos producto de la guerra de Rusia con Ucrania, asociados a la inflación y a su efecto de aumento acelerado de la tasa de interés.
El actual panorama complejo ha enmascarado el análisis serio de lo que económicamente es el negocio bancario, el riesgo financiero que implica y la manera y forma en que es gobernado y regulado ese negocio.
Por principio de cuentas, un banco como entidad financiera no es un negocio igual que cualquier otro, en el que el capital es esencialmente aportado por los dueños por lo que asumen mayoritariamente el riesgo de quebranto que implican sus actividades económicas, ya sea de producción, comercio, entre otras.
Las operaciones de un banco en la actualidad involucran apenas un capital del orden del 14% de los activos en riesgo, es decir de sus operaciones de préstamos, inversiones, entre otras. Así, fundamentalmente el menor riesgo de un banco es el llamado capital, de los “dueños o accionistas”, y el mayor riesgo recae en el dinero de otros, dicho de otra manera, de los depositantes en general. Amén de que el regulador define realmente que es y cómo se define el capital bancario, hasta hacerlo norma.
De esta forma, el riesgo del negocio bancario es asimétrico, no está en la esfera o ámbito de los dueños, sino de los clientes o del público. Por lo que es dable decir que el riesgo de los bancos es esencialmente del interés general y no particular, es decir de los “dueños”, como sería el caso de una fábrica, de un restaurante, de una talabartería, etc. La asimetría del riesgo significa, así, que el que más gana es el que menos arriesga. Por lo que cínicamente en el argot se dice que en el negocio bancario es como jugar póker con dinero ajeno. Si se pierde, las pérdidas las asume realmente un tercero. Por lo que los dueños y gerentes navegan en el mar de los beneficios y las posibles perdidas de otros.
Obviamente ello obliga a que la autoridad financiera o gubernamental, según sea el caso, establezca ciertas medidas preventivas para acotar el riesgo. Así, a raíz de la crisis de 1929 el negocio bancario y financiero quedó fuertemente regulado para evitar el daño general futuro. En el pasado mediato se enfatizó el “seguro de depósitos y ahorro” ante posibles pérdidas causadas por la desregulación de los servicios. En el caso de USA alcanzaba formalmente antes de actual crisis hasta 250 mil dólares como tope de las cuentas o depósitos. Tal seguro, sin embargo, no cubría, hasta el 31 de marzo de 2024, “inversiones en acciones, inversiones en bonos, fondos mutuos, criptoactivos, entre otros más. En caso de México, el equivalente del seguro es hasta por 400 mil UDIS, equivalente a más de 3 millones de pesos.
Ante la magnitud del riesgo general desatado en USA, primeramente, por los depósitos y cuentas sin seguro del Silicon Valley Bank (SVB), la autoridad anunció la protección al 100% de todos los depósitos. En segundo lugar, para prevenir un contagio, denominado de riesgo sistémico, del sistema bancario y financiero se anunció extender, de ser el caso, tal protección a otros bancos. Tal anuncio del Tesoro de USA parece haber menguado el riesgo del contagio, habiéndose, sin embargo, extendido a Europa.
Dada la asimetría del riesgo entre los dueños y los depositantes y el interés general prevaleciente, la desregulación financiera a escala global desde los 1980’s se ha acompañado de una mayor frecuencia y severidad de las crisis bancarias y financieras urbi et orbi. Lo que ha obligado a que la forma en que son controlados y dirigidos los bancos, es decir su gobernanza, sea cuestionada proponiéndose que sea más estricta y puntual para prevenir las crisis más que supuestamente resolverlas.
Sin embargo, el embate político para evitar o aminorar las regulaciones muchas veces ha orientado a que la gobernanza bancaria y financiera sea en beneficio particular más que en protección del interés general. Así, los costos de las crisis han terminado por ser socializados, imponiendo una gran carga a la sociedad, vía el gasto público.
Tal fue el caso fallido de la experiencia de la crisis financiera 2008-2009 en USA, que generó originalmente una nueva regulación para evitar el abuso de los grandes bancos y proteger al consumidor (Ley Dodd- Frank). Ley que fue sustancialmente modificada por el presidente Trump con el apoyo republicano y demócrata. Sin duda, de no haberse dado tal desregulación para regresar al pasado, la crisis en curso al menos podría haberse atemperado. Y no se hubiera desatado el incendio que ha hecho sonar las alarmas a nivel mundial.
El análisis actual obvia las verdaderas causas de esta crisis, y las acciones y medidas para su resolución buscan apagar el incendio en lugar de tomar las medidas preventivas que los eviten de nuevo. Abatir el riesgo, atemperar su asimetría, prevenir las malas conductas de dueños y gerentes, para proteger el interés general, significa un sistema de gobernanza que radique en una adecuada regulación, que evite socializar los costos y que los beneficios queden en unas cuantas manos.
Hoy México sigue cargando una deuda pública por el rescate bancario de 1995-1998, que se abulta en más de un billón de pesos y que continúa presionando a las finanzas federales cada año, en más de lo que cuestan algunos programas sociales, servicios educativos o de salud. En tanto públicamente se festinan los grandes resultados que obtiene la banca.
Como se atiende la Res Publica (la cosa pública) y como se gobiernan las entidades bancarias y financieras sigue siendo en el siglo XXI una deuda pendiente del estado para proteger el interés general frente al interés particular. Asignatura pendiente, máxime cuando los circuitos globales continúan reproduciendo el capital financiero de manera artificial sobre el capital productivo. Ya veremos que sigue. Mientras unos a las vivas y otros a las migas.

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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