“La democracia no se hace sola. Para gozar de ella, se necesitan demócratas. Sin importar cual sea tu oficio o profesión, en el día con día, es preciso actuar como uno.” Dijo el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en retiro, José Ramón Cossío, en su discurso a los manifestantes en defensa del INE que este domingo se dieron cita en el zócalo capitalino.

A las puertas de la Suprema Corte de Justicia, manifestó su confianza en que el máximo tribunal preserve la vida democrática del país, revirtiendo el llamado “Plan B” electoral del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Desde temprana hora, las calles aledañas a la Plaza de la Constitución comenzaron a llenarse de personas vestidas de blanco y rosa con pancartas o playeras en que se leía la consigna: El INE NO SE TOCA.

Miles de personas manifestando su desacuerdo con la violación a los principios de equidad y certeza del Instituto Electoral. En contra de que “destacen” al INE, como habría dicho el Secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández.

Esta marcha sirva quizá para recordarle a la autodenominada 4T que México es un país vasto, diverso, democrático (con el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de éste a elegir y controlar a sus gobernantes) y libre. Que existe un sector de la población que se siente excluido del modelo de país que Andrés Manuel López Obrador y lo que él llama cuarta transformación quieren imponer.

Este es un atisbo al resultado de ese discurso polarizador, repetido ad infinitum desde la conferencia mañanera del presidente de lunes a viernes, en cadena nacional. O del que se escucha en los actos públicos oficiales, en boca del propio presidente o de sus funcionarios subordinados a su visión de país.

Es un pequeño botón de muestra, de que para muchos mexicanos: México es de todos los mexicanos y no tan solo de los simpatizantes del régimen en turno. Ha sido también ocasión de poner en perspectiva que se cuentan por muchos miles los mexicanos que se han superado, han viajado, estudiado por muchos años de su vida, con otros referentes, con memoria histórica, con sentido crítico, con agudeza de pensamiento y mayores expectativas que las que puede tratar de llenar, una dádiva gubernamental.

Hay cientos de miles de mexicanos con plena capacidad de ver los aciertos y los errores del gobierno que eligió la mayoría en el 2018. Hay puños de ciudadanos presenciando las controversias cotidianas, los escándalos de corrupción; que cuentan los miles de muertos y desaparecidos ligados a la violencia criminal. Son millones los mexicanos que padecen los errores del sexenio, los estragos de la inseguridad, la vacuidad de los discursos.

Juntos, los mexicanos han aprendido a ver más allá de lo aparente, a no quedarse con lo fatuo del discurso, así venga de un Maestro de la retórica o la propaganda. Hoy no se trató de ponerse en contraposición de un discurso o de una visón de país, sino de recordar, para absolutamente todos, que México está ávido de una concepción de país incluyente, donde todos los mexicanos quepan, a pesar de sus diferencias y diversidad de intereses.

La diferencia es complementaria y enriquece a cuando apuntala las mejores ideas, tras el consenso proveniente de la madura discusión. Muchos son los mexicanos cansados de la polarización y los atropellos del grupo en el poder en su obsesión por imponer su visión y condiciones. Convencer es lo que se esperaría, como se hizo mientras trabajaron por conseguir los votos que necesitaban. El conflicto se desató cuando una vez que llegaron, no hay otro pensamiento valido que no sea el suyo. Eso, los mexicanos lo han padecido por muchas décadas. Quedémonos por hoy, con la confianza en que los mexicanos del presente ya son otros: más críticos, más enterados, mejor preparados para combatir a los políticos obsesionados con perpetuarse en el poder. Los mexicanos de hoy, ¿acaso son más democráticos?

Este fue un buen domingo. Otro. En que miles de mexicanos se pararon en la plaza pública a mostrar que México, jamás será el país de un solo hombre. Porque lo conformamos, casi ciento veintisiete millones de ciudadanos. Larga vida a la democracia mexicana y a los que son como ella: dinámica y actual.

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