Las grandes masas sucumbirán más fácilmente

a una gran mentira que a una pequeña

Adolf Hitler.

En la última semana estuvimos muy entretenidos con la guerra de declaraciones entre el Gobernador Constitucional del Estado de Veracruz Miguel Ángel Yunes Linares y el candidato único de Morena a la Presidencia de México Andrés Manuel López Obrador la que concluyó como todo lo que termina en la política mexicana, en absolutamente nada.

En esta ocasión nos entregaron un buen espectáculo que en realidad fue solo un espacio donde ambos personajes nos permitieron ver el tipo de protagonismo que los caracteriza y la típica “raja política” que quisieron sacar de todo eso.

Hablando estrictamente del candidato eterno a la presidencia y para no defender lo indefendible, Andrés Manuel arremete en contra de un objetivo en particular en cada lugar que visita, pero solo para hacerse visible pues carece de imaginación como ya sabemos, solo cuenta con las propuestas de siempre las mismas de 2006, 2012 y ahora más reducidas en pretensiones pero al fin recicladas para el 2018, los mismos planteamientos que no voy a mencionar porque después de tantos años de lo mismo ya todos los conocemos.

El señor López Obrador nos ofrece de nueva cuenta cambiar a México eliminando la corrupción, materia en la que se encuentra inmerso en un área gris por lo que veo muy difícil que siquiera lo intente. Intenta mostrarnos el camino a un lugar que está al final del arcoíris solo hay que seguir el camino amarillo, que obvio él tiene que liderar.

No quiere ver que el camino a la prosperidad tiene que ver con la productividad y la competitividad, el permitir su desarrollo la creación de políticas públicas que permitan fortalecer la producción por un lado y facilitar capacitación continua para hacer crecer la competitividad de las empresas, bienes y servicios mexicanos es la verdadera respuesta, la pieza faltante al rompecabezas que se ha construido el señor López.

Un punto importante a considerar por ejemplo, es la modernización del sector automotriz y la inminente llegada de los automóviles eléctricos, eso por lo de las dos refinerías que plantea construir.

Andrés Manuel sueña con un cambio radical que dé inicio con su triunfo en el 2018 y que por arte de magia México se convierta en ”Wonderland” o mejor dicho, pejelandia para no “agringar” el término, un lugar mágico sin déficit, sin más deuda, sin corrupción, con combustibles baratos, con políticos honorables, responsables y con una excelsa preparación, sin agenda personal, con la entera disposición de servir a su país y a sus votantes, y desde luego que sean de Morena pero lo más importante, un país con mucho dinero para poderlo regalar a manos llenas y así eliminar la pobreza.

Seremos un país libre de pobres con oportunidades iguales para todos. Bueno eso es pejelandia un lindo sueño lleno de buenos deseos, pero la realidad es que la mayoría de la población se siente defraudada con el actual gobierno incluso yo diría que esta dolida, no creo que busquen ahora subir al Mago de Oz a la silla Presidencial. Lo digo sin ánimo de ofender pero hay que ser realistas la visión de AMLO es de un México de hace más de cuarenta años y aunque en el discurso suene maravilloso debemos ser sensatos y poner los pies en nuestra realidad.

Es nuestro deber como ciudadanos responsables encontrar quien administre nuestros recursos de forma seria, honesta y sobre todas las cosas con transparencia, quedó a tras el tiempo en que el ciudadano de a pie no se enteraba de nada, hoy vivimos tiempos en los que un posteo en Facebook o un Twit nos dejan entrar a la cotidianidad de cualquier lugar, espacio o persona, es momento de anteponer nuestros intereses en un México real, moderno pero falto de oportunidades y de buenos políticos que sean capaces de llevarnos a mejores momentos, tengamos claro que este es el lugar donde vivimos y el que merece ser mejor, ya es tiempo.

@hspelaez