Estados Unidos/ La llegada sin precedentes de migrantes a la frontera entre Estados Unidos y México ha colocado al presidente estadounidense, Joe Biden, en una situación delicada, enfrentando presiones tanto de su propio partido como de la oposición republicana para abordar rápidamente la crisis.

Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en los primeros 28 días de diciembre de 2023, la patrulla fronteriza detuvo a 235,000 migrantes intentando cruzar de manera irregular. Esto significa que diariamente se detuvieron aproximadamente 8,400 migrantes que buscaban ingresar a Estados Unidos.

Este dato histórico, que establece un récord desde el año 2000, se suma a los más de dos millones de detenciones registradas en los años fiscales 2022 y 2023. La situación refleja la desesperación de aquellos dispuestos a arriesgarlo todo para huir de la violencia y la pobreza en busca de una vida mejor, siendo notorio un aumento significativo en la migración desde Venezuela, Colombia y Haití.

La crisis ha generado una tormenta política que amenaza con intensificarse, especialmente de cara a las elecciones de noviembre. El expresidente Donald Trump ha utilizado este tema para atacar a Biden, movilizando a sus seguidores con la intención de asegurar la nominación presidencial republicana.

En respuesta a la crisis, Biden envió una delegación de alto nivel a México la semana pasada, logrando acuerdos con el presidente Andrés Manuel López Obrador para intensificar los esfuerzos conjuntos contra el tráfico de personas y la trata. Aunque no se anunciaron acuerdos concretos, México y Venezuela informaron sobre la reanudación de vuelos para repatriar a venezolanos en México, buscando disminuir la presión migratoria hacia Estados Unidos.

Las negociaciones entre Biden y los republicanos del Congreso se complican, ya que estos condicionan la ayuda a Ucrania a cambios en el sistema de asilo y un refuerzo de la frontera. Se especula sobre la posible reinstalación del polémico Título 42, utilizado por Trump durante la pandemia para deportar a migrantes sin permitirles solicitar asilo.

Este escenario ha generado divisiones dentro del propio partido demócrata. Mientras algunos demócratas exigen a Biden que no ceda a las demandas republicanas, otros critican la gestión de la crisis, especialmente alcaldes de ciudades como Nueva York, Chicago y Denver, que argumentan la falta de recursos para atender a los migrantes.

En un contexto donde ambas partes coinciden en la necesidad de reformar un sistema migratorio "roto", el desafío radica en llegar a acuerdos para mejorar la situación, algo que el Congreso no ha logrado desde la aprobación de una ley migratoria en 1986 con Ronald Reagan en la Casa Blanca.