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Indigno, por no hacer valer la autonomía de la casa de estudios y darle la espalda a sus académicos por hechos que debieron haberles merecido el más alto reconocimiento, sumiso al poder, el rector de la Universidad Veracruzana (UV), Martín Aguilar Sánchez, no merece estar en el cargo y menos tratar de prolongarlo por cuatro años más.
En este espacio he sido crítico permanente de su gestión. No me ocupo de él ahora por su intentona de, prácticamente, asaltar el rectorado y apoderarse de él con la complicidad de la Junta de Gobierno. He comentado en su momento, señalado y denunciado, sucedidos que han sustentado mis críticas. Recupero algunos señalamientos que hice.
En febrero de 2024, 123 periodistas mexicanos y corresponsales extranjeros acreditados en nuestro país publicaron una carta en apoyo a la corresponsal del The New York Times, Natalie Kitroeff,condenando la violación al derecho de los datos personales de los periodistas que había hecho en una de sus mañaneras el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Decía la carta: “Creemos que una prensa hostigada desde arriba y practicada en muchos casos en un ambiente de amenaza no es una prensa libre”.
En un país donde ejercer el periodismo es de alto riesgo, cuando AMLO hizo público el número telefónico de la periodista, molesto por un reportaje que denunciaba aportes del narco a su campaña, la expuso a un atentado por parte de la delincuencia organizada, y entonces una periodista y académica veracruzana de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, que nos dignificó y nos dignifica, Guadalupe Hortensia Mar Vázquez, Lupita Mar, también firmó la carta de apoyo y se identificó como integrante de la UV, haciendo uso del sentido de propiedad con nuestra casa de estudios, pero nunca dijo que lo hacía a nombre de la UV.
Presto, abyecto ante el poder, genuflexo ante López Obrador, olvidándosele que la casa de estudios es sede también de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, donde se forman periodistas y comunicadores cuya seguridad hay que proteger a toda costa desde que están en las aulas, su rectorado salió a deslindar a la UV de la firma de Lupita en lugar de apoyarla. Le dio la espalda, nos dio la espalda a quienes ejercemos y egresamos de sus aulas, donde nos formaron además como librepensadores. Martín ordenó que se emitiera una “Precisión” dirigida a la comunidad universitaria, en la que deslindó a la UV “de la firma que aparece en la ‘Carta de apoyo a quienes hacemos periodismo en México…’, toda vez que no se consultó a la institución sobre el uso de su nombre”. La carta la firmaron también dos integrantes de la Universidad de Guadalajara, Gabriela Gómez y Francisco Javier Cortázar Rodríguez, a quienes sí respaldó su casa de estudios.
Recordé entonces cuando la ahora directora general de Comunicación Universitaria, Norma Trujillo Báez, antes de entrar en la nómina, regularmente salía a la calle con una pancartita dizque a protestar y a defender los derechos de los periodistas. En esa ocasión guardó silencio y no asomó la cabeza (en las protestas que ha habido ahora la han acusado de hostigar a los trabajadores del área de prensa).
O sea, con el estrecho criterio de Martín, en mi calidad de periodista crítico no me puedo asumir como egresado y jubilado de la UV porque puede sentir que estoy haciendo mal uso del nombre de la universidad, mi universidad, porque se ofende a las autoridades de Morena. Tendría que pedirle permiso para ver si me autorizara. La UV no es de su propiedad ni del grupo que con él conforma el rectorado; la universidad la integra toda la comunidad universitaria, libre, plural, y por lo tanto es patrimonio de todos, incluso de la propia sociedad veracruzana que la sostiene con el pago de sus impuestos.
El caso de sus investigadores
También comenté en este espacio, muy preocupado, cómo desconoció y se deslindó de investigadores de cuyos trabajos debió haberse sentido orgulloso. En “Prosa aprisa” del 9 de junio de 2023 pregunté si la Rectoría ya era de la 4T porque leí un decepcionante cuanto desalentador comunicado de prensa dirigido ‘A la opinión pública’ mediante el cual las autoridades universitarias desconocieron y le dieron la espalda a sus investigadores.
Apunté que en un texto lleno de paja, porque se notó que no sabían cómo justificar su vergonzosa actitud, no pudieron ocultar el motivo: que por preservar el sistema arrecifal de nuestras costas, los investigadores de la casa de estudios podían provocar el enojo de la entonces secretaria de Energía Rocío Nahle y del presidente Andrés Manuel López Obrador, porque en una investigación de Greenpeace México, mis compañeros académicos participaban en la exploración de ecosistemas arrecifales en la costa norte del estado, a 70 metros de profundidad, para protegerlos, ya que podían ser dañados irremediablemente con la construcción de un gasoducto para llevar gas de Texas a Tuxpan, Coatzacoalcos y la refinería de Dos Bocas.
Greenpeace había descubierto ecosistemas de arrecifes a más de 15 kilómetros mar adentro de la desembocadura del río Tecolutla, nunca antes vistos ni estudiados por la profundidad en los que se encuentran. La coordinadora de la investigación entonces, Viridiana Lázaro, dijo que había que protegerlos porque protegen las costas y son el refugio de diferentes especies, muchas de ellas de valor comercial, lo que permite la subsistencia de comunidades pesqueras de Veracruz.
Sin que hubiera motivo justificado, porque nadie había hecho un reclamo a los investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la UV, Región Poza Rica-Tuxpan, ni a la propia casa de estudios, ante la información que difundieron los medios de los trabajos, Martín, genuflexo ante el poder, entró en pánico por miedo a hacer enojar a AMLO y a Nahle y soltó enseguida su comunicado de prensa.
En el boletín de marras, que después enseguida fue eliminado de la página oficial de la UV por la ola de críticas que despertó, se dijo que “los estudios que se realizan con apoyo del barco Arctic Sunrise, propiedad de la organización ambientalista Greenpeace, en los que participan algunos académicos de nuestra institución con base en su libre derecho a la investigación, no se encuentran respaldados por un convenio de colaboración de conformidad con la reglamentación universitaria que nos rige”, dándole la espalda a sus investigadores y anteponiendo su sumisión al poder político morenista antes que a una buena causa para la humanidad.
Permitió recorte al presupuesto y todavía premió a Cuitláhuac sin merecerlo
Permitió también un grave atentado contra la UV: que el gobierno morenista de Cuitláhuac García Jiménez, su padrino, gracias a quien llegó al cargo, le recortara el presupuesto. Por miedo a hacerlo enojar, no tuvo el valor de llamar a la comunidad universitaria a impedir el atropello, como en cambio había hecho su antecesora, Sara Ladrón de Guevara, cuando Javier Duarte se negaba a darle a la casa de estudios el dinero que le correspondía.
En diciembre de 2022, el Congreso del Estado, controlado mayoritariamente por Morena, le asignó a la UV solo 3 mil 64 millones 400 mil pesos de subsidio estatal, con base en una propuesta de Cuitláhuac, cuando le correspondían 4 mil 64 millones 350 mil pesos para el ejercicio fiscal de 2023, de acuerdo con el 4% que le correspondía del presupuesto global del gobierno, escamoteándole la friolera de 999,950 millones, casi mil millones de pesos. Desde entonces el déficit se mantiene.
En reciprocidad, en febrero de 2024 le entregó a Cuitláhuac un reconocimiento como inventor de un tribómetro electrohidráulico sin merecerlo, pues en esa ocasión los verdaderos investigadores inventores dijeron a esta columna que Cuitláhuac “La verdad nada hizo, ni por los chescos fue”, que ellos no lo invitaron a recibir el reconocimiento, que fue Martín. “Llegó muy X y se fue muy X”, me dijeron, o sea que llegó y se fue como un verdadero caradura. No se podía esperar otra cosa, si en septiembre de 2021, apenas había asumido al cargo, fue a ponerse a las órdenes de Cuitláhuac, como lo mostraron fotografías de entonces.
Alega ahora que quiere seguir en el cargo para “consolidar la transformación” de la UV, algo así como construir un “segundo piso” al estilo de Morena. La comunidad universitaria debe impedírselo o de lo contrario le va a causar más daño a la universidad. No nos merecemos eso.
Era de esperarse el desastre de la elección judicial
El lunes, el OPLE emitió las primeras señales de alarma: informó que el sitio de publicación de los cómputos de la elección de personas juzgadoras estaba intermitente. Ayer miércoles se dijo que se había determinado no usar ese sistema y que se realizaría el escrutinio y cómputo “asentando los resultados de forma manual con apoyo de las herramientas informáticas que permitan sistematizar la contabilización de los votos por boleta de cada candidatura”, o sea, que se va a contar voto por voto, casilla por casilla, con la vigilancia de notarios públicos, según tengo entendido.
“Esto se da luego de detectarse en el sitio de consulta de resultados de la elección de personas juzgadoras inconsistencias en cuanto al número de votos que aparecían, que no guardaban coherencia ni lógica con respecto al número de paquetes computados en los Consejos Municipales Habilitados.Se acordó detener la captura de datos para realizar un análisis minucioso de la configuración, particularmente al detectarse datos duplicados de la información capturada que incrementaban exponencialmente los datos de sufragios obtenidos por algunas candidaturas”.
“Como medida para dotar de certeza y transparencia a los resultados se determina reiniciar el escrutinio y cómputo de las casillas seccionales en los 26 Consejos Municipales Habilitados que iniciaron la actividad el día 9 de junio”.
Era de esperarse que eso sucediera. Me parece importante y oportuno que el OPLE informara las causas. Hasta creo que podría ser mejor así porque con el sistema inicial de todos modos habrían surgido inconformidades y habrían terminado pidiendo que se contara voto por voto, casilla por casilla, o sea, lo que ya se va a hacer. Al OPLE, cómo no, se le cuestionó luego de las inconformidades que surgieron con el cómputo del proceso electoral municipal, pero la reforma judicial no es su bronca, es del INE y del gobierno federal.
Debemos ver más allá –eso pienso y creo–. Lo que ha sucedido era de esperarse. Ahí está el reflejo de lo mal planeada que estuvo la reforma judicial, de las prisas por sacarla adelante como fuera, solo para quedar bien con López Obrador, de realizar la votación sin tener los recursos suficientes y necesarios para materializarla, ni el personal suficiente y adecuado y preparado, ni disponer de más tiempo para su ejecución, ni siquiera los suficientes espacios y número de casillas. Querían sacar adelante la farsa como fuera y ahí están las consecuencias. En Veracruz se complicó más porque la elección de la reforma judicial se encaramó con la electoral local, que esa sí era bronca del OPLE, y quisieron que se sacaran las dos con el mismo presupuesto, con los mismos recursos. Imposible, menos en un estado tan grande y complejo como el nuestro.
En el OPLE mucho harán si cuentan voto por voto y casilla por casilla así se tarden un año, pues ni siquiera han terminado con el proceso electoral local y, que se sepa, no hay dinero para un servidor de buena capacidad ni para un software adecuado a la demanda de captura de datos y de usuarios del portal de resultados preliminares. Guadalupe Taddei, presidenta del INE, quiso quedar bien con AMLO y Sheinbaum y les tiró las broncas a los OPLEs estatales sin darles recursos suficientes. Así que Marisol Delgadillo Morales deberá tomar todos los días, tan pronto se levante, jarras y jarras de té de tila y aguantar vara. No quiero estar en su pellejo.
He ahí también por qué no es deseable crispar más el ambiente con declaraciones como la que hizo la gobernadora Rocío Nahle el lunes, porque el horno no está para bollos. Pero allá todos ellos.
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