05 de Mayo de 2025
Entorno Político | OPINIÓN
Lunes 05 de Mayo de 2025 | 8:02 p.m.
Marco Antonio González Kuri
Marco Antonio González Kuri
Políticas, traiciones y algo más
Zedillo, el demócrata resucitado

Ernesto Zedillo Ponce de León, el tecnócrata que juró transformar a México y terminó rindiéndose ante los intereses financieros y la represión de Estado, ha vuelto. No en carne y hueso, sino en columnas internacionales, donde se atreve a pontificar sobre la salud democrática del país y a cuestionar –con aires de gran estadista– a la presidenta Claudia Sheinbaum y el rumbo de la nación. Ironías de la vida: quien autorizó el rescate bancario más costoso del planeta hoy pretende dar cátedra de ética pública.

Porque sí, si alguien sabe de decisiones "valientes", es el doctor Zedillo. ¿Cómo olvidar el monumento al saqueo llamado Fobaproa, que convirtió las deudas privadas de banqueros y empresarios en obligaciones eternas para millones de mexicanos? Mientras los financieros aplaudían, el pueblo heredaba un pagaré sin vencimiento. Esos mismos recursos que hoy hacen falta, él los canalizó con eficiencia quirúrgica a los bolsillos de la élite. Un Robin Hood al revés, con doctorado en Yale y posgrado en cinismo.

Aún persiste en la memoria colectiva el escándalo: Carlos Cabal Peniche, de Banca Unión, acusado de fraude y fuga de capitales; Jorge Lankenau Rocha, de Banca Confía, también procesado por fraude; Ángel Rodríguez, de Banca Cremi, señalado por malos manejos financieros. Incluso bancos que no quebraron, como Banamex –propiedad de Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú–, se beneficiaron del rescate para luego protagonizar una venta multimillonaria a Citigroup sin pagar un solo peso en impuestos. Bancomer (hoy BBVA), de la familia Espinosa Yglesias, también fue "saneado" con dinero público. Y la lista no termina: Grupo Salinas, con su TV Azteca; Grupo Posadas, de Gastón Azcárraga; Grupo Alfa, Grupo Gutiérrez Cortina y Grupo Sidek, entre muchos otros, socializaron sus deudas mientras privatizaban sus ganancias.

Pero si de cinismo hablamos, hay que recordar las masacres de su sexenio. En Acteal, Chiapas, diciembre de 1997, 45 indígenas tzotziles –la mayoría mujeres y niños– fueron asesinados mientras rezaban. En Aguas Blancas, Guerrero, junio de 1995, 17 campesinos fueron ultimados por la policía. El gobierno de Zedillo no fue solo negligente, sino cómplice por omisión. El Ejército estaba cerca, los paramilitares actuaban con impunidad y la respuesta oficial fue lavarse las manos. Décadas después, el "estadista" sigue sin ofrecer una explicación digna.

Su cacareada "transición democrática" fue más producto del cálculo, la presión social y el miedo a la explosión popular que de una convicción republicana. Fox ganó porque Zedillo supo que el PRI no le perdonaría su desmantelamiento y lo dejó solo. Su mayor acto democrático fue no estorbar. Y ahora, desde algún cómodo despacho corporativo en el extranjero, se presenta como defensor de las libertades, los contrapesos y las instituciones. Qué tierno.

En 1994, Zedillo impulsó una reforma judicial que redujo el número de ministros de la Suprema Corte de 26 a 11, impuso un límite de 15 años (en vez de vitalicio) y creó el Consejo de la Judicatura Federal. Aunque vendida como modernizadora, concentró el poder en la presidencia de la Corte y permitió el reparto de cuotas desde el Ejecutivo. Dio a los ministros atribuciones inéditas, quienes desde entonces se han servido con la cuchara grande a costa de una justicia que sigue favoreciendo a quienes la pueden pagar.

Es fascinante cómo algunos expresidentes desarrollan conciencia democrática justo cuando ya no tienen poder ni cámaras encima. Lo que no hicieron por el Ejército, los derechos humanos o la justicia, ahora intentan compensarlo con columnas y conferencias. Zedillo critica a Sheinbaum por su cercanía al poder, pero nunca explica su cercanía a los grupos que aún lucran con el desastre económico que él sembró.

Así que gracias, doctor Zedillo, por su opinión. Pero entre Fobaproa, el endeudamiento eterno, Acteal, Aguas Blancas, su reforma judicial y su lealtad inquebrantable a los intereses financieros, quizá sería mejor dejar las lecciones de democracia para alguien que no hipotecó el futuro del país. Si México sobrevivió a su presidencia, México puede con todo.

 

 

 

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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