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Veracruz: de la Nao de China a la Franja y la Ruta
Zottele, A. Coordinador (2019), México, CECHIVER - NUVOIL
Los lazos tempranos a través de la Nao de China que se establecieron en el virreinato de la Nueva España con la China de las Dinastías Ming (1368-1644) y la Qing (1636-1912) al expandirse el sistema de mercado de la economía china, es uno de los temas sobre el cual escribe Guo Xiaona, licenciada en español por la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing, China en este nuevo libro del CECHIVER.
Quinientos años atrás, al seguir prosperando el ya milenario comercio asiático (vivo mucho antes de que apareciera en escena la “vieja Europa”) sólido y fluido a la vez, se necesitaba de una moneda internacional que permitiera fortalecerlo y desarrollarlo mayormente, función que realizó la plata mexicana como moneda dura –el peso en y de plata- de aquella época (siglos XVI y XVII) así como las reservas del propio mineral, herramientas monetarias útiles para que la economía china creciese con mayor firmeza, al tiempo que cubría una función simbólica en su sistema cultural. La Nueva España y el Perú abastecían por medio de la Nao a China, a través de Manila, un conjunto de bienes formado por plata, cochinilla y añil, azúcar y cacao, tal vez jade, y los barcos regresaban cargados de sedas, mangos, cocos, té, especias, loza, pólvora, plomo, hierro …, mercancías que quedaron en las márgenes de la ruta de la plata y de la seda.
Los comerciantes marítimos de China no fueron entorpecidos en el Pacífico por los piratas ingleses, por lo que florecieron en su intercambio de casi tres siglos al desembarcar y atravesar al país novohispano en mulas y recuas una y otra vez, de este a oeste y viceversa, marcando así una transitada franja terrestre de Acapulco a Veracruz, ruta secular de comercio que, por cierto, ahora podría ser replicada un poco más al sur, donde el continente se adelgaza en el Istmo, haciendo del proyecto transoceánico de la actual Administración, una extensión futura de la antigua ruta que permitiría cerrar el círculo marítimo-terrestre: la ruta de la plata y de la seda.
El trayecto de la Nao que unió a la Nueva España con China y con Europa no sólo fue un proceso económico, sino también cultural: acompañando a sus bienes intercambiables, los mercaderes chinos, filipinos, españoles, portugueses, cubanos, novohispanos, peruanos, transportan simultáneamente sus costumbres, religiones, ideas, conocimientos, enfermedades, miedos, historias, educación: su cultura y su peculiaridad o diversidad genética. Además del intercambio de bienes y servicios, de monedas y juegos, colores, olores y sabores, se realiza una interculturización semejante al intercambio biológico: un mestizaje entre unos y otros, pero aún más trascendente al significarse en un intercambio de las formas de aprender y enseñar: a cultivar la tierra, a cultivar el ocio, a cultivar las creencias y las sapiencias, los temores y las esperanzas, lenguas y lenguajes, el pasado y el futuro. Uno de los mejores ejemplos de aquella época es la China Poblana.
Ahora que esta ancestral Ruta ha sido convertida estratégicamente por el presidente Xi Jinping en la Ruta de la Seda y Franja o Cinturón Económico, Wang Yiwei (citado por A. Zottele), afirma que en el presente la diplomacia para aprovechar el encuentro entre las culturas debe estar basada en tres principios: «legitimidad histórica, racionalidad realista y lógica futura», lo que añade una idea fundamental al proceso de globalización que vivimos: en efecto, a través de la cultura se puede construir una infraestructura que permita profundizar las relaciones entre China y México para así consumir e intercambiar no sólo productos materiales, sino, educación y conocimientos.
En el ensayo que escribe Li Yihai, Secretario General del Think Tank de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, sobre la política exterior de la República Popular China, se especifica que en el siglo XXI esta nación es impulsada hacia América Latina con el objetivo de co-generar un destino compartido por una estrategia de negocios que a la vez de ser muy clara en sus intenciones, promueve la idea de ganar-ganar, no sólo en los términos que tratan del intercambio comercial que lo sustenta, sino en la búsqueda de una relación cultural e histórica que puede acercar añejas civilizaciones al promover de manera estratégica el trazo moderno de la Ruta y la Franja –puntos sobre los cuales el libro ofrece diferentes capítulos: mediante el intercambio de personas hacia un destino compartido dirigido también hacia la posibilidad de lograr una plataforma logística de negocios con China, así como con la posible recepción del creciente turismo emisor (las cifras citadas son impresionantes) de la República Popular hacia México y Veracruz, y un probable desarrollo del e-commerce entre los dos países con grandes oportunidades para las Mipymes mexicanas, como señalan con precisión los autores de los diferentes capítulos de este libro.
Este intercambio histórico de civilizaciones que ahí se cita, es ahora re-construido y conducido por el Centro de Estudios China-Veracruz (CECHIVER) que vincula estos dos polos por medio del estudio en sus diplomados y en su maestría, a través de la relación académica bilateral, acciones convergentes, que ha realizado convenios de colaboración entre las universidades y centros de estudios de China y la Universidad Veracruzana, por medio de la investigación conjunta promovida no sólo para México, sino para Latinoamérica, así como mediante la creación de vínculos que trascienden el ámbito académico y que implican las líneas generales de la aplicación del conocimiento de las regiones de China y América Latina en terrenos como la inversión de la Pymes mexicanas en negocios con la República Popular China y que además incluyen la relación con organismos empresariales como la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) y la Cámara de Comercio de México en China (MEXCHAM), mecanismos de cooperación público-privada sintetiza el Dr. Aníbal Zottele, como coordinador de los textos que comentamos.
Dentro de todas estas acciones convergentes indiciadas en esta edición que en el 2019 acerca la Nao a Veracruz, destaca particularmente una Bitácora de Viaje: las memorias del equipo Nuvoil, empresa veracruzana participante en “un proyecto nunca antes hecho en México, que por mar y tierra marcó un hito para América Latina. También es la bitácora de tres pasajeros que partieron fascinados y en el camino aprendieron a hablar el gran idioma del mundo … a surcar la vida: esa fuente inagotable de revelaciones.”, bellamente escribe la coordinadora editorial del CECHIVER, Lucero Martínez Cruz, en una demasiado breve –para mi gusto- reseña del trabajo que hizo esta empresa veracruzana (co-editora del libro) al participar con más de 60 personas en la construcción de Agosto 12 plataforma petrolera en Yantái, China, pues creo que la experiencia es demasiado interesante y da para muchas cuartillas más sobre la industria, el comercio y el descubrimiento de las otras personas.
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