13 de Mayo de 2025
Entorno Político | OPINIÓN
Lunes 13 de Noviembre de 2017 | 7:38 p.m.
Fernando Hernández Flores
Fernando Hernández Flores
Tepetototl
Don Panchito, hablante maya de Yucatán

Los seres humanos queremos saber infinidad de secretos. Desde la niñez surge la pregunta constante del porqué de las cosas, en otros momentos quisiéramos encontrar la cura para ser eternos o lograr una vida longeva, tal como se narra en determinados libros sagrados.

Jacobo Grimberg nos narra su experiencia con un ser excepcional que se convirtió en su guía. Él se encontraba en la India cuando le comentaron de un gran personaje de poderes sobrenaturales. Una señora de nombre Daniela le conto: “que Don Panchito era un maestro maya, que tenía 130 años de edad y vivía en un pueblito situado en medio de la península yucateca. Leía las estrellas y curaba con su mente usando hierbas”.

No se necesita ir a buscar afuera lo que adentro puedes encontrar. En la madre naturaleza se puede encontrar la cura a muchas enfermedades. En los pueblos originarios encuentras curanderos y chamanes que hacen el bien a los demás. Los sanadores existían y siguen prevaleciendo hasta la actualidad. Anteriormente se recurría a ellos con más frecuencia, es así que se hacían famosos, porque su nombre iba corriendo de voz en voz, de pueblo en pueblo.

Misteriosamente Jacobo se regresa a México y emprende su recorrido a Yucatán en busca de la persona que le despertó esa inquietud de aprender de Don Panchito. No fue tan fácil, pero en el camino localicé a su alumna Sara, que es la persona que lo enlazó con este venerable anciano. Con su bastón, elaborado de la rama de un árbol, su ropa diluida, su bigote y cabello canoso, pero con una energía inimaginable se encontraron, después de pasar entre las veredas y los montes. Es una persona monolingüe que sólo se comunica a través del idioma maya. La primera visita quedó inconclusa, pero para segunda Doña Sarita al llegar y dialogar en el mismo idioma, inmediatamente Don Panchito le pregunta que por qué tardaron tanto, que los esperaba desde la mañana, tal como le había avisado en la velación. Una comunicación que había hecho la señora a través de las velas.

El anciano notaba cambios en su nuevo alumno y en esta ocasión se quedó por varios días con él. Difícil situación cuando no se habla el mismo idioma y no tienes un interlocutor que la haga de traductor. Había mucha energía positiva en ese lugar. El abuelo se podía curar asimismo haciendo un recorrido dentro de sí, una exploración, mencionaba que estaba un poco mal de los pulmones, pero para su edad, quién podría caminar tranquilamente por el patio de su hogar.

Durmieron juntos en unas hamacas. Cuenta Jacobo que se sentía totalmente perdido y con una persona que tiene más de en años, con una super mente, difícil de controlar. Por lo que, recurrió a la oración cuando sintió que había interferencias y a sus oídos llegaba el ruido de las estaciones de un radio, lo cual lo incomodaba y por lógico eso le molestaba a Don Panchito, hasta que después de una hora todo volvió a la normalidad y los invitaron a cenar.

Para Jacobo            Grimberg fue algo insólito y único. En su libro de 44 páginas titulado “Don Panchito de Yucatán. Los Chamanes de México Volumen 2”, encuadernado por Antonio Novelo Medina, nos va relatando distintos momentos y expresa “que el cerebro humano posee, como una de sus funciones naturales, la capacidad de establecer contactos energéticos directos con otros cerebros”.

Así como Don Pachito, hay muchos personajes que pasan en el anonimato, que son seres excepcionales que tiene la manera de comunicarse con los árboles, con los animales, con el agua, con las estrellas, con la luna, con el sol, que poseen demasiada energía y vitalidad. Tan solo con verte pueden decir que estas enfermo.

 

Paxkatkatsini (Gracias)

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