20 de Abril de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Domingo 24 de Septiembre de 2017 | 6:59 p.m.
Jorge Ramírez Pérez
Jorge Ramírez Pérez
Geopolítica
El conflicto grande que se ve venir. Parte Uno

Peter Taylor el maestro británico de geopolítica explicaba que los países son conminados, convencidos o presionados; incluso hasta ser obligados,  a seguir ciertas políticas que armonicen con el tipo de mando que mantiene la hegemonía en la región.

De hecho las potencias advierten a los países que hacen caso omiso, mediante la prensa, los organismos no gubernamentales, líderes empresariales y religiosos, formas diplomáticas multilaterales y revelaciones subrepticias; que el juego desgastado, no tiene futuro. Y que existen mecanismos para operar con normas internacionales, que pueden traer consecuencias a los motivos corruptores, que son en última instancia, los que hacen prevalecer a ese sistema en dirección a la decadencia.

Pero lo mas asombroso es que una transformación política de un país, implica cirugía mayor y por esos se pueden clasificar diferentes opciones, para hacer cambiar un país,  según sea el caso: unificaciones, como  Alemania que  dejó de ser occidental o su versión rústica, de oriental; para convertirse en una sola: la primera potencia de la Unión Europea como es hoy.

Divisiones: que es otra alternativa cuando los conflictos son de combinaciones raciales, religiosas y culturales disímbolas, como era Yugoslavia antes de que surgiera una guerra entre los estados balcánicos que la integraban artificialmente. Modernizaciones como en Chile, donde se reformó el estado después de la nefasta dictadura que por cierto, de lo poco bueno, fue acabar con los corporativismos asfixiantes.

Pero cuando no funcionan ni las unificaciones, ni las divisiones o las modernizaciones; entonces surge una forma violenta, muy violenta de acomodo: la guerra civil, que emerge precisamente cuando no se reconoce la hegemonía del Estado. La llamada “primavera árabe” que desató golpes de estado, insurrecciones y guerras complicadas como en Siria, pertenecen a ese tipo de proyectos. Paquistán y México están en esa fila ya lo dijo Kelly.

Ese tipo de desastre empieza por lo político que adquiere fisuras profundas y los grupos de poder, son alentados a no respetar las reglas o sencillamente, a no concederle liderazgo legítimo a quienes gobiernan.

Esta práctica de descalificación, no se queda en una opinión crítica, la cual es válida; sino en el hecho de que grupos de poder, empiezan a controlar territorios, áreas de las actividades económicas, burocráticas, educativas o productos y pretenden establecer sus propias normas, su ley, que por supuesto es una de las versiones de la ley de la selva: ¡sálvese el que pueda! es el argumento darwiniano de que sobrevive el mas fuerte y la esencia de las lecciones destructivas de Nietzsche, de que lo que no me mata, me hace fuerte; por tanto los individuos se erigen en ley y método.

Dando al traste el concepto de Estado: el de monopolizar la violencia legítima, por parte de un grupo que la reclama con éxito.

Por eso cuando Obrador insiste en deslegitimar al gobierno constituido aseverando que él es el único legítimo, está  con toda la mala leche, descalificando la esencia del estado. Abonando a plantear una lucha  violenta en la medida que avance la corrosión política.

Porque cuando nadie, más bien los fuertes, no reconocen legitimidad del gobierno, no son los únicos que tratan de reclamar ese sitial, porque están las bandas armadas criminales; y entonces es, cuando un país o una región, se vuelca en una zona donde impera la violencia, porque cada quien quiere que sus chicharrones truenen, por encima de los demás.

En Michoacán ya sucedió con los grupos delincuenciales, las autodefensas y las fuerzas del supuesto orden.

Y eventos como los sismos que resultan en catástrofes para muchos y para todos: en heridas emocionales; difíciles de digerir, demuestran que  las onerosas burocracias, no son lo útil que dicen ser y que ellas mismas, exageran en la falsa publicidad que difunden, pretendiéndose indispensables; y si se compara la raquítica presencia de ese aparato cuando se necesita; según los sentimientos, ojo, no las racionalidades. La gente se siente muy defraudada.

Si a eso le añade usted, un descontento con las autoridades, por su poca profesionalización, su escasa experiencia y su enorme mala imagen. Aunado a que se distinguen por ser grupos sarcásticos, que escarnecen a la gente, personajes cuyo único mérito es ser conocidos de las cabezas del gobierno; aumenta la punzada del dolor de la tragedia, que desemboca, en saberse seudo gobernados por sujetos de baja estofa moral y preparación dudosa.

En ese contexto está la repulsa a lo que huela a política y a partidos políticos, a los que administran las elecciones como el INE y a todo lo que en estos momentos, se percibe innecesario y frívolo.

Pero como la soberbia es la peor enemiga de los que están en preeminencia, nadie se atreve a colgarle el cascabel al gato. Nadie sabe, ni puede desagregar los elementos adicionales del descontento social, para estudiarlos uno a uno, de manera metódica y no como resultado de los latidos de un corazón engañoso, engrosado por el poder excesivo.

Me llevaría algunos párrafos en dar ejemplos concretos de este tema, de lo sucedido durante la semana pasada, Acontecimientos que brutalmente hacen un abismo de lo bien que se portó la ciudadanía y lo mal o mediocre que se vieron los que dizque son grandes jefes y que no se ven conectados con la realidad en lo absoluto.

Como siempre el pueblo va muy adelante de los del gobierno, de los gobiernos. Si acaso los burócratas más listos les siguen, muy atrás; pero la mayoría de ellos, andan perdidos. 

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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