29 de Marzo de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Domingo 17 de Septiembre de 2017 | 7:47 p.m.
Jorge Francisco Cabral Bravo
Jorge Francisco Cabral Bravo
Incertidumbre y Pobreza

Con solidaridad y respeto a Miguel Ángel Yunes Linares, Héctor Yunes Landa, José Francisco Yunes Zorrilla


La pobreza representa la deuda histórica que el Estado tiene con la sociedad. Constituye una falla estructural del modelo económico; no es capaz de generar la riqueza suficiente para que una parte de la sociedad supere los desafíos que inhiben su capacidad para adquirir los satisfactores necesarios para vivir adecuadamente.

La dimensión más preocupante de la pobreza es la imposibilidad de comer adecuadamente: el primer problema que el ser humano ha buscado resolver en toda su historia es alimentarse.

Hoy en México hay 24.6 millones de personas que enfrentan la denominada como carencia por acceso a la alimentación. En otras palabras; son mexicanos que pasan hambre en su vida diaria.

Además de acuerdo al Coneval, en México hay 53.4 millones de personas en situación de pobreza, ello a pesar de los cambios metodológicos para medir los ingresos y de las cuestionables líneas de pobreza que se utilizan para medir el flagelo.

Una revisión de las líneas de pobreza permiten señalar que, en principio, debería ser relativamente fácil superar dicha precariedad social y económica. El Coneval indica que, en la parte urbana, una persona que consume 1.6 kilogramos de alimentos y bebidas al día ya ha superado la precariedad. La medición oficial es diferente para la parte rural, ahí sólo se necesitan 1.4 kg.

Cuando se revisan los contenidos de la medición urbana resulta que 411 gramos de agua son suficientes para vivir bien: menos de los 2 litros que en general se consideran necesarios.

Cuando se agregan los 203.8 gramos de leche, 169 gramos de refrescos y 56 gramos de jugos y néctares, se puede inferir que la canasta alimentaria del Coneval supone que un mexicano que vive en la ciudad puede superar los problemas de alimento con solamente 152 gramos de productos sólidos.

Si se restan los 155 gramos de tortilla y los 66 gramos de distintos tipos de pan (equivalentes a un bolillo), el Coneval asume que se puede superar el problema de alimento con solo 531 gramos diarios de productos distintos a líquidos y harinas.

¿En dónde quedan las proteínas contenidas en distintos tipos de carne y en el huevo?

La medición  de la pobreza oficial en México asume que con solo 145.3 gramos diarios se puede superar esta carencia en la parte urbana del país. Si se divide en tres comidas al día, ello supone 48 gramos en cada una de ellas. Como punto de referencia se debe considerar que un huevo pesa aproximadamente 60 gramos.

En otras palabras; el consumo de proteínas de la canasta alimentaria urbana no supera ni siquiera el equivalente al peso de un huevo.

Para el Coneval eso no es problema porque su canasta contempla el consumo de sólo 33 gramos de huevo diario, la mitad.

¿Cómo se completan los restantes 386 gramos? 4.8 gramos de queso, 11 gramos de aceite, 42 gramos de cebolla, 51 gramos de frijol, 63 gramos de jitomate y 47 gramos de papa, por citar algunos de los elementos más relevantes.

Si lo descrito resulta inquietante, solo basta recordar que ello pertenece a la parte urbana, la rural es aún más limitada.

La canasta con que se mide la pobreza no tiene relación con la nutrición eso es evidente.

La pobreza de las líneas de la pobreza debe ser un tema a revisar para cuantificar adecuadamente este problema que afecta a más de 53 millones de mexicanos; el 43.6% de la población es pobre a pesar de que los umbrales para medirla son relativamente fáciles de superar.

Lamentablemente, para este segmento de la población, los beneficios de la tecnología, los desarrollos de la ciencia y la salud, así como los generados por la globalización, se encuentran fuera de su vida diaria.

Para evaluar correctamente la dimensión y evolución de la pobreza hace falta ser objetivos, ya se modificó la medición de los ingresos de los hogares, ahora es necesario hacer lo mismo con las líneas que  miden la pobreza, las actuales subestimen el problema.

Un primer paso en el tema de la pobreza, quizá el más importante, es considerar que los pobres no son meros números, sino personas de carne y hueso que todos los días se van a dormir sin satisfacer mínimamente sus necesidades.

A raíz de la aparición de los informes del Inegi sobre la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, del Coneval sobre la Evolución de la pobreza, se ha desatado una serie de opiniones e interpretaciones sobre el tema de la pobreza y los pobres.

Otro de los temas de la pobreza que se refleja en la información del Inegi y del Coneval, se refiere a la situación por estados de la República misma que pone de manifiesto la terrible desigualdad que vivimos y lo poco, que han servido las políticas macroeconómicas y sociales para resolver ésta. Por ejemplo: 77 por ciento de la población chiapaneca está en condiciones de pobreza; de los habitantes de Guerrero, Veracruz y Oaxaca los están por arriba de 60 por ciento y, si nos referimos a los habitantes en condición de pobreza de Michoacán, Hidalgo, Puebla y Tabasco, vemos que todos están por arriba de 50 por ciento. Es decir en nueve estados del país más de la mitad de la población vive en pésimas condiciones.

Y si estas cifras las abrimos para considerar a los indígenas, tenemos más de 75 por ciento se encuentran en esta situación; podríamos decir en condiciones inhumanas.

Frente a este panorama, que podríamos calificar como aterrador, pues tal mencionamos al principio se trata de personas de carne y hueso, tenemos las cifras macroeconómicas que publica y difunde el gobierno, donde según ellos todo va muy bien; el crecimiento de la economía; la mayor fabricación de automóviles desde 1988; la mayor creación de empleos desde el año 2000; la menor tasa de desocupación desde 2006 y así nos seguiríamos, pero hay más de 53 millones de mexicanos en pobreza.

Si existe de verdad la disposición de combatir la pobreza de una manera seria, eficaz y no solo con televisores, lo veremos pronto en el Proyecto de presupuesto para 2018 porque si únicamente se da un incremento inercial  de poco servirá, sobre todo en las condiciones económicas reales que tenemos tanto los pobres como la clase media de la actualidad.

Largo es, sin duda, el camino a recorrer de aquí al 15 de noviembre cuando, por ley, el análisis y las modificaciones llevadas a cabo por diputados y senadores habrían llegado al final y tuviéramos entonces, Ley de Ingresos 2018 y por supuesto, Presupuesto de Egresos de la Federación 2018.

El paquete económico busca dos objetivos: estabilidad y certidumbre e incluye los Criterios Generales de Política Económica, la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación. Corresponde a ambas Cámaras definir los Ingresos, pero es la facultad exclusiva de la Cámara de Diputados aprobar el gasto público, por lo cual será ahí donde seguramente se realizarán ajustes y modificaciones. El gasto social se mantiene, aunque es muy probable se adecúe dada la situación de emergencia por la reconstrucción.

Lo interesante de este paquete económico es que se pone énfasis en el superávit primario, abandonando el déficit que prevaleció en los primeros años de gobierno de EPN que elevaron el nivel de la deuda a casi 50% del PIB, poniendo en riesgo el equilibrio macroeconómico que por años se buscó preservar. Se ha corregido el rumbo.

Diría el clásico: Quede como quede, nomás quedando bien.

En síntesis, un Paquete Económico-Fiscal realista, austero y sin sorpresas que contribuiría a la estabilidad, pero muy poco al desarrollo económico. 

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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