Es un amanecer nublado con viento fresco, te cuesta levantarte, no quieres salir, en la noche dormiste demasiado tarde, solo porque quisiste revisar e ir corrigiendo el discurso que tienes que decir hoy ante la multitud que se va a congregar en esa amplia plaza del pueblo. Todas miradas van a estar al pendiente de tus expresiones y ademanes, cómo te diriges a los asistentes y si los contagias con tus palabras. Tienes que darte un baño, desayunar bien, llevar el texto escrito, un lapicero y unas tarjetas en blanco, por eso que tengas que mencionar al cura, al pastor, al presidente de padres de familia, al director de la escuela, al comisariado, al agente municipal o algún personaje que consideres pertinente nombrar.

Las personas que te van acompañar van llegando y todos están emocionados, porque con ese discurso arrancarás la campaña. Debes tomar en cuenta que la primera impresión tiene que impactar y debe quedar grabada en la memoria de los que asistan ahí, porque entre el mismo pueblo puede encontrarse una persona que vaya como oreja, tome nota de lo que expreses y hasta le aumente, con tal de quedar bien con sus jefes. La seguridad en ti debe prevalecer y los nervios no te deben dejar caer, úsalos a favor para darle énfasis e impregnarle entusiasmo al momento que vas a tomar la palabra.

Vas llegando por fin, los minutos corren. El maestro de ceremonias grita que vas acercándote, entre vivas y porras, que son muy pocas. Saludas a las mujeres, jóvenes, adultos y niños, te toman las selfies y te capturan con sus celulares. Los periodistas te acercan el micrófono, sin embargo, aún no es oportuno, las entrevistas que sean después que digas tu discurso.

Al estar frente a todos, ves rostros desalentados, olvidados, con signos de desnutrición, desesperanzados y en ese preciso instante, una mujer protesta diciendo de manera inconforme que, es lo mismo de siempre, ya estamos hartos de que nos den atole con el dedo, seguimos igual con uno y otro, ya no sabemos ni con quien irnos, los políticos y la política son un asco. La llamas, la escuchas, se calma y la sientas cerca de ti.

En tu discurso no habías considerado esos puntos, pensabas en hablar maravillas, cosa rara en los discursos tradicionales y luego son de casi una hora, muy extensos, mucha paja y nada concreto. La realidad te obligaba a ser más congruente y a ponerte en los zapatos de todos los presentes.

Por fin anuncian tu participación, es la hora de la verdad, de estar frente a frente, cara a cara. Con una buena actitud tomas el micrófono, le regresas el discurso escrito a tu asistente y se asombra. Vas hablar con el pueblo mismo espera que lo hagas, sin tanto pose, sin tanta elegancia, pero sumamente consiente de cómo pueden trabajar de la mano siendo tú el candidato que ellos quieran, acepten y por el cual van se animen a votar.

La soberbia de determinados políticos hoy en día, puede llevarlos a perder la noción de tiempo y espacio, se marean al estar en un pedestal, no todo lo compran con dinero y la ciudadanía requiere personas con ética, moral y principios. Paxkatkatsini (Gracias).

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