24 de Abril de 2024
Entorno Político | OPINIÓN
Jueves 19 de Enero de 2017 | 11:05 p.m.
Raymundo Jimenez
Raymundo Jimenez
Al pie de la letra
Orfandad priista

Mientras hubo gobernador surgido de las filas del PRI, en Veracruz los grupos y la militancia del partido tricolor tenían que alinearse y aceptar las decisiones e imposiciones del mandatario estatal en turno, reconocido por todos como “el Primer Priista del estado”.

En los últimos seis sexenios, los gobernantes removieron a su antojo o conveniencia a los presidentes del CDE del PRI, la mayoría de los cuales no concluyeron sus respectivos periodos estatutarios para los que fueron electos por los miembros de los consejos políticos estatales. El único que, según se recuerda, sobrevivió en la dirigencia priista fue el político martinense Gonzalo Morgado Huesca, quien fue inamovible durante la administración del gobernador Rafael Hernández Ochoa (1974-1980), en la que le fue delegado un gran poder.

Inclusive con don Fernando Gutiérrez Barrios, que sólo permaneció dos años en la gubernatura, el dirigente priista Fernando Córdova Lobo fue reemplazado a principios de 1988 por Jorge Uscanga Escobar, quien despachaba como procurador general de Justicia.

En los últimos dos sexenios, los de los gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, por la presidencia del Comité Directivo Estatal priista desfilaron 12 dirigentes, uno por año en promedio.

Con Herrera Beltrán inició en 2005 Edel Álvarez Peña a petición del líder nacional Roberto Madrazo Pintado, compadre del ex alcalde de Coatzacoalcos. Edel, actualmente presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado impulsado por el gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares, entregó la dirigencia del partido tricolor después de las elecciones presidenciales de julio de 2006, en las que Madrazo fue relegado como candidato hasta el tercer lugar en la votación nacional. El ex munícipe sureño fue sustituido por Ricardo Landa Cano, cuya permanencia se limitó al proceso electoral municipal de 2007, pues de inmediato fue relevado por Pepe Yunes Zorrilla, quien el año anterior había perdido la elección de senador. En noviembre de 2008, el de Perote fue removido por Fidel, quien colocó a Jorge Carvallo Delfín, su secretario particular, quien se sostuvo hasta la sucesión estatal de 2010.

En la administración estatal pasada, con Duarte de Ochoa, comenzó Ranulfo Márquez Hernández y le siguieron Héctor Yunes Landa, Erick Lagos Hernández, Ericka Ayala, Elízabeth Morales García, Alfredo Ferrari Saavedra, Alberto Silva Ramos y Amadeo Flores Espinosa, quien asumió la dirigencia desde la precampaña interna de Yunes Landa por la gubernatura, hasta el pasado viernes 6 de enero en que por tercera ocasión presentó su renuncia –ahora sí de manera irrevocable– al dirigente nacional Enrique Ochoa Reza.

Sin embargo, a dos semanas de la dimisión de Flores Espinosa, esta es la hora en que ante la orfandad del priismo veracruzano por la ausencia de la mano autoritaria de un “Primer

Priista del estado”, la dirigencia nacional, a cargo de un tecnócrata sin mayor oficio político, no ha logrado alinear a los principales grupos del tricolor en Veracruz para designar por consenso al sustituto del de Cotaxtla.

Este miércoles, por ejemplo, diez diputados locales del PRI, dos de los cuales están políticamente identificados con el senador Pepe Yunes Zorrilla, y los otros ocho son muy afines a los grupos de los ex gobernadores Fidel Herrera y Javier Duarte –entre los cuales fue incluido también el de Papantla, Camerino Basilio Picazo Pérez, quien en noviembre pasado renunció a formar parte del grupo legislativo priista para sumarse al grupo independiente “Juntos por Veracruz”–, exigieron al líder nacional Ochoa Reza “que se respeten los estatutos que de manera expresa en el párrafo tercero del artículo 164 señala que en ausencia definitiva del Presidente, el cargo lo ocupará la Secretaria General, en este caso, nuestra compañera Regina Vázquez Saut, quien convocará a elección en un plazo de sesenta días al Consejo Político que corresponda, para que proceda a realizar la elección del Presidente sustituto que deberá concluir el periodo estatutario correspondiente”.

El problema es que, de acuerdo a la ley, una vez iniciado el proceso electoral constitucional ningún partido puede convocar internamente para elegir dirigentes. Además, el PRI tiene encima los tiempos legales del proceso electoral municipal. En la primera semana de febrero próximo vence el plazo para que el tricolor registre oficialmente los convenios de coalición que vaya a firmar con los otros partidos que irán en su alianza.

Por ello, en su carta dirigida al presidente nacional y a la delegada del CEN del PRI en la entidad, Lorena Martínez Rodríguez, la decena de legisladores locales indican que “la turbulencia que vive el priismo veracruzano a raíz de la renuncia del licenciado Felipe Amadeo Flores Espinosa a la presidencia del Comité Directivo Estatal, urge a buscar en nuestro marco jurídico, la respuesta de unidad que exige la militancia”.

Además, exponen que “no son momentos de titubeos, imposiciones, componendas o atenciones a un grupúsculo”, advirtiendo “que nadie se sienta salvador del PRI”, pues citan que “nuestro partido es más que eso, el PRI es su militancia y a ella nos debemos”.

Apuntan que “no hay que voltear al pasado para darle la respuesta que nos exige. Hay que asumir el presente y ver hacia el futuro, unidos, pero de la mano de esa militancia que tanto ha dado a nuestro instituto político”. También afirman que “estamos seguros que estas diferencias serán afinidades después del diálogo y el acuerdo a la luz de la transparencia que tanto nos urge”. Y finalmente establecen que “más allá de quien tenga el honor o la responsabilidad de encabezar este nuevo comité, nos debe importar nuestro principal activo. Somos un partido fuerte, sería un error imperdonable olvidar nuestros cimientos: nuestra militancia. Reiteramos: a ella nos debemos y por ella lucharemos.”

A ver quién se saca la rifa y le toca domesticar a este tigre priista que en Veracruz dejó de tener dueño. ¿Quién de los dos aspirantes finalistas tendrá más oficio político y mayor habilidad persuasiva: el ex diputado federal Silvio Lagos Galindo o el delegado del ISSSTE, Renato Alarcón Guevara?

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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